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La izquierda. Por qué no se os quiere

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Una visión del mundo deformada, degeneración moral, y como consecuencia – una posición política engañosa. Son características no de todos los que se autodenominan como “de izquierdas”, pero, sin duda, es la esencia del movimiento de la izquierda actual. Una persona decente que entre en un movimiento de izquierdas, con el paso del tiempo entiende que se ha metido en algo erroneo y se sale, o por el contrario, baja al nivel de un mero “izquierdista”. Y son muy pocos los que hayan podido preservar la dignidad durante años, no sin mostrar el asco, como en un sucio retrete se encontraran. Si bien aquí no hay olor a ropa interior sucia, sí que huele a una colección de todo tipo de basura ideológica. Desde luego es difícil de contestar a lo qué repugna más: el tufo del cuerpo de un hippie-progre o la putrifacción de los cerebros de esos intelectuales.

 

Algunos de vosotros reconocen la dictadura del proletariado, otros se oponen a ella. Sin embargo, tanto unos como otros se oponen al derecho de llamarla así, a pesar de haber existido la exitosa realización de la misma en la práctica. Le tenéis miedo. A excepción de unos pocos, en general se os olvida que sois el motor de un proceso histórico, habéis tomado unas responsabilidades y tenéis que cumplir. Probablemente para vosotros es un descubrimiento que se trate de responsabilidades, cumplimientos con los deberes. Estos intelectuales de izquierdas empapados de la inmundicia ideológica desde la trotskista hasta la de la escuela de Frankfurt, sin olvidar de lo que pudo haber antes, después, al lado, junto o en vez de ellas.  Los hippie-progres se niegan a la dictadura del proletariado por otros temores. Probablemente, su fuente es agua con jabón. La dictadura del proletariado exige mantener la higiene. Serán obligados a lavarse, pero eso es una violencia contra la persona.

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Los originarios de un grupo social en el que pegar es de mala educación y algo escandaloso, al igual que recibir golpes da mucho miedo y provoca frustraciones, nunca se preguntarán lo del por qué de esta hostia. Estáis convencidos de que se puede ser la escoria y quedarse impune. La negación de la práctica histórica de la dictadura del proletariado existe independientemente de los pros y los contras para el comunismo. Cuando leéis que a alguien le han roto un brazo o los dientes (justa o injustamente) enseguida os imagináis en el lugar de este afectado, a vosotros mismos, a alguien de vuestro entorno, compañeros de profesión o amigos, a todos aquellos a los que soléis llamar “buena gente”. Al imaginaros en semejante situación, consciente o inconscientemente empezáis a preferir que la contrarrevolución sea más fuerte. Cualquier cosa, para que bajo ningún concepto haya sufrimiento ni para vosotros ni para esa “buena gente”. Como dice un refrán, que tanto le gusta repetir a la izquierda, que “no hay mala fe en lo que se actúa bajo la ignorancia”. Un comunista entiende perfectamente que con la ignorancia está enmascarando el sabotaje. Cualquier experiencia histórica, que ya de por sí no puede ser impoluta, a vosotros os produce repelús, burla, bufido y, por supuesto, el deseo de esconderse debajo de la falda de la burguesía liberal, al amparo del parlamentarismo burgués y de la llamada sociedad civil, para poder “luchar” desde ahí con lo que encontréis enfrente. A vida o muerte. Hasta jubilarse como concejal del ayuntamiento, o liberado sindical, o periodista progre, o catedrático.

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Analicemos la reacción de “la izquierda” al encarcelamiento y asesinatos de los activistas políticos y sindicalistas. Es absolutamente liberal. Piensan sinceramente que ocurre algo inaceptable, horrible, indecente. Perro ladrador poco mordedor no es para los medios de comunicación burgueses, se trata solo de vuestras emociones, de vuestra auténtica indignación. Los comunistas perciben la represión de la burguesía de otra manera. No se sorprenden. Ellos son nuestros enemigos, y nosotros para ellos unos hijos de puta que se atreven a quedarse con un trozo de tarta que ellos consideran el suyo por la ley del más fuerte. Asimismo, un obrero consciente se basa en que todo lo que le pertenece a la burguesía en realidad es de los obreros, ya que todo lo que está hecho por el hombre no solo está producido por millones de proletarios, sino que también gracias al trabajo del proletariado se mantienen los alcances de la humanidad en lo material e intelectual. Nuestra participación en el desarrrollo de la humanidad es fundamental, por tanto el timón está en nuestras manos. Lo nuestro lo defenderemos a toda costa. La reacción del enemigo se entiende. Está preocupado, está buscando opciones.

 

  Abajo: La enseñanza de Marx es omnipotente, ¡porque es verdad!

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Vamos a ver la obra fundamental para la economía política marxista – Das Kapital. ¿Qué significa para  la izquierda?  El libro que permite perder ese miedo existencial ante el mundo incomprensible, gigante y atemorizador. Al desmenuzarlo en átomos y nudos, el mundo se puede entender, y por tanto deja de ser tan temible. Es como la lámpara de noche que una madre deja encendida en el cuarto oscuro para que el abrigo de piel que se asoma del armario ya no le parezca al niño un monstruo negro y enorme. Se entiende por qué las calles son grises, la biblioteca no tiene wi-fi, los los niños chungos de familias desestructuradas te quitan el dinero que tenías para el almuerzo. Si además le añadiremos “El imperialismo...” de Lenin, entonces entenderemos por qué no vivimos como en Amsterdam o Estocolmo. ¿Y qué es la crítica de la economía política de Marx para un comunista? Si sacamos el núcleo de la economía política marxista y entendemos su valor histórico, en este mismo instante tendremos ante nuestros ojos la esencia del “Kapital” que no es otra que la argumentación de la reclamación. Reclamación de la clase trabajadora a la clase de los propietarios de los medios de producción. Todo está hecho con nuestras manos, y lo que con estas mismas manos no se sigue manteniendo, se destruye, por tanto, todo eso es nuestro. ¿Derechos? ¿Propiedad? ¿Pero quién lo ha adjudicado? ¿ Y quién os ha dado la potestad de explicarnos como tenemos que vivir? Salgan por la puerta. Las contradicciones entre el proletariado y la buerguesía con antagónicos, y por tanto la cuestión de la propiedad y del poder no se solucionará sin sangre. La  exigencia, batalla y  guerra – son cosas de gente alegre, furiosa y fuerte. Ganan los más fuertes. Y el más fuerte es el que apoya a los suyos. En eso se basa la solidaridad y hermandad de nuestra clase. ¡¿Qué tipo de temor existencial, personal y abstracto  puede haber cuando ves un horror concreto y   real que afecta a todos, y en la lucha con el cual te has metido a consciencia, y lo exitosa que salga esta lucha depende de la firmeza de nuestras filas?!

 

Vosotros, “la izquierda”, queréis luchar por los débiles. Pero nosotros no lo somos. Los obreros son fuertes, pero por ahora no están organizados. No tienen nada que ver con vuestro lloriqueo de “los muros que caerán, caerán, caerán” y de “tenemos que trabajar por los de sin techo, estudiantes, obreros”. Estos lloriqueos no van con nosotros. Un obrero consciente – es una persona de rebelión, persona fuerte, persona de una banda en el sentido que tiene esta palabra desde el Levantamiento de Enero de 1863. Un vagabundo y un sin techo no son lo mismo. El sin techo – es una persona que se rinde ante la vida. Alguno, incluso, puede que tenga una casa, pero no tiene fuerzas suficientes  para entrar en ella, está solo. Sus compañeros de alcohol – no son su banda, no son sus camaradas. ¿No será que os parecéis a ellos y por eso presumís de la debilidad y anomalía, cantáis y aplaudís de alegría? ¿Adónde irán los estudiantes, tan apreciados por vosotros, - es una pregunta todavía sin respuesta. Las Mineriadas rumanas de los principios de los 90 mostraron que la armadura en manos del obrero es muy efectiva contra el imbécil intelectual. Por tanto, puede que sea muy actual la frase  de otra canción : “¡Se lo merecen estos bastardos! ¡Dale al estudiante, dale al enemigo!”

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Izquierda: tierra rusa. Derecha: tierra soviética.

 

“La izquierda” tiene problemas con las categorías de “los nuestros” y  “los no nuestros”, con diferencias entre ellos y con las prioridades. Visualicémoslo. Un hombre con la panza cervecera y pulmones afectados por el tabaco no puede competir con un luchador de la AMM. Pero si existe esta meta, para llegar a ella lo primero que tiene que hacer uno es combatir sus propios vicios, fortalecer el cuerpo y la voluntad. Lenin decía que lo más importante que diferencia la revolución rusa de 1917 de la alemana de 1919 en cuestión de la parte subjetiva del proceso – es que los bolcheviques constryeron un partido aparte, de modo que rompieron cualquier presencia de los agentes de la burguesía dentro del movimiento obrero. A los confusos se les admitía en el partido sólo después de que reconocieran el programa bolchevique y los estatutos. Por supuesto limpiaban el partido. Hoy en día los agentes de la burguesía no son ni Ebert ni Noske, con sus firmes miradas que brillaban a través del frío de los quevedos o de la mira de una ametralladora. Hoy, los enemigos de los comunistas y obreros sois vosotros, señores de “la izquierda”. Hoy, los enemigos es la unión   de gente positiva que ha perdido el norte por “los ideales de la izquierda”.Sois positivos, pero vuestra unión es decadente y depresiva. Sois decadentes y depresivos, vuestra unión – positiva. Llegará el día cuando obligaremos a los que sobrevivan en una guerra civil, pisar y orinar sobre las obras de Foucault, Baudrillard, Fromm y demás llorones. Qué ganas tenemos de poder daros con vuestro Judas de cabeza pioletada favorito. En aquel corto período de capitulación ideológica ante Lenin, escribió cosas tan interesantes como “Terrorismo y Comunismo”. Con obras como éstas os callaremos la boca. Releed sus histerias contra el plan leninista de la construcción del partido, ahí os veréis reflejados. Pero en honor a la verdad, no sois los herederos de Trotsky, sois descendientes del imbécil y traidor Kautsky. Al igual que a Kautsky, os gustan los Kolchak, Zakharchenko y Plotnistky,  Poroshenko y Navalny. Cualquier cosa para no dejar que la dictadura del proletariado os quite los privilegios, ni la poca cara que os queda. Por eso, a los que buscan la verdad, les coméis la cabeza con que la dictadura del proletariado es Stalinismo, apoyando la propagación de las mentiras liberales.

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Por cierto, ahora mismo estás sonriendo positivamente o, haciendo muecas de asco, piensas: “Vaya, obviedades. Vosotros también sois de la izquierda, entonces también sois una mierda.” No se trata de que Luís Corvalán es de izquierdas y Augusto Pinochet de derechas. No estamos hablando de los ejes políticos. Uno de izquierdas continua la cadena de los enemigos: prudonistas, lassalleanos, socialdemócratas, mencheviques, trotskistas, revisionistas, eurocomunistas y demás carroñeros con los que estamos peleando por segundo siglo consecutivo. Hoy vuestras armas son la ausencia de lo concreto y de la certidumbre.  Se puede tener pisiciones totalmente opuestas y ser buenos amigos al mismo tiempo. Abrir debates sobre cuestiones primordiales os pone nerviosos; claro, eso impedirá a que podáis seguir tomando vinito en compañía de viejos amigos. Hay excepciones, y a primera vista merecen respeto, pero al olisquearlos de cerca -  esta primera impresión desaparece – dan ganas de abrir la ventana. “La izquierda” no aguanta la higiene mental ni corporal. Y sin embargo, un claro enemigo es mucho mejor que un cobarde veleta. Hoy con unos, mañana con otros, pasado mañana con todos a la vez: “¡Compañeros, tenemos que entendernos!”. No, no nos vamos a entender, os habéis metido en algo que os supera. No sois ni como los primeros cristianos luchando entre el bien y mal. Tampoco esa “izquierda” se parece a los islamistas convencidos de la pronta guerra contra los cruzados e israelitas a la que irán bajo el mando del profeta Jesús. Nosotros estamos firmemente convencidos de que el espíritu del programa de la Tercera Internacional, sus propuestas ( con ajustes al momento actual) siguen en pie, siguen presentes aquí y ahora. Hubo tres Internacionales, y no habrá nunca una cuarta. La Tercera Internacional sigue viva en nuestra mente, nuestro corazón y ansiamos verla puesta en marcha.

 

Vosotros – los trepas y vagos existencialistas – da igual las veces que hagáís manifestaciones, o ayudéis a sindicatos flojos, o recorráis diferentes maydanes liberal-nacionalistas, o toméis vodka con  los reaccionarios de corte progre-imperialista, todo ello con un solo fin de visitar los sótanos milicianos, aun así no sois capaces de proponer una única línea política. Y menos todavía de mantenerla. No tendréis  líderes astutos ni respetados. Y cuando el proletariado tenga los suyos, que serán elegidos en vez y a pesar de vosotros, empezaréis a gritar a los cuatro vientos sobre los horrores del stalinismo y la locura del maoismo. Claro está que no queréis recibir las hostias, pero sabéis perfectamente que os las tenéis merecidas. Tenéis que aceptarlo con humildad y arrepentimiento. El comunista, siendo soldado y militante de la causa proletaria, siempre tiene que darse cuenta de que sus compañeros de la cloaca del movimiento izquierdista son, objetivamente, sus enemigos, enemigos de la causa a la que se ha entregado. El comunista ve al reformista, aunque éste se esconda detrás de las frases revolucionarias. Lo reconoce por la suavidad de sus frases, por negarse a reconocer a los enemigos dentro del movimiento de la izquierda, por sus relaciones pacíficas, por el extraño brillo en los ojos. El comunista entiende perfectamente que si las masas durante la época de la crisis nacional y la situación revolucionaria son capaces de entender los lemas socialistas y un programa radical, entonces la mayor contradicción estará en la contraposición de las fuerzas “socialistas”, o como los llaman ahora “de izquierda”, y comunistas. Por eso no se puede repetir el error de los comunistas alemanes y mantener la unidad con los traidores de organización.

 

¿Os reconocéis en lo descrito? Seguramente, no. Seguramente no sois capaces de ver el futuro. Si no se os comen los caníbales liberal-nacionalistas, debajo de la falda de los cuales seguro que os encontraréis, nosotros sí que os aplastaremos. Sois unos metemierdas e histéricos que no tienen una clara imagen de la perspectiva histórica, pero sois los que al mismo tiempo son capaces de aprobar cualquier cosa con tal de mantener su sillón calentito. El problema para nada está en que os guste la diversidad dentro del movimiento. Conquistar sus bases está entre los nuestros propósitos también. La tragedia está en que no os habéis ido muy lejos de la movida liberal-nacionalista. La única diferencia está sola e exclusivamente en el “discurso”, es como llaman tanto la izquierda como los liberales lo que se puede decir en según qué círculos. No estáis por encima de los liberales, sino por debajo. Y da igual cuan enfadado se os ponga ese careto de intelectual que tenéis, mientras ocupáis los puestos de pseudomandatarios entre la pequeña burguesía y la ciudadanía de a pie. Dan exactamente igual todas esas palabras tan correctas que soltáis a gritos, repitiéndolas de la misma manera que lo hacen los estudiantes de corte izquierda liberal, por ejemplo, de California. Por no hablar de los hippie-progres. Nadie querrá ni sentarse al lado de ellos, como mucho sirven para repartir panfletos. Un claro ejemplo de vuestra posición es que al defender Maydan o Donbass, siempre tendréis rechazo por parte de los vuestros. A los voluntarios del batallón “Gaydar” los glorificaréis como unos auténticos luchadores contra la “revancha stalinista”. Estamos esparando una fuerte (como un cubata) a la izquierda dentro del batallón.

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Por cierto, ¿quienes fueron los antepasados de la “izquierda”? ¿Los iaio-flautas que exigían que “el bando criminal de Yeltsin” fuera juzgado?, aunque ya por fin la mayoría de ellos se han calmado.¿ Los personajes de los libros de Stewart Home? ¿Los filósofos de los años 60 y 70 del siglo pasado que solo hicieron correr ríos de tinta sin sentido? A vuestro estimado Ted Grant y otros como él  os los podéis meter por donde os quepan. Para nosotros no hay nada de valor dentro de estas filas. El bolchevismo heredó la tradición revolucionaria de Naródnichestvo, y al mismo tiempo le quitó el contenido ideológico equivocado. Si una bomba de verdad no produce el efecto esperado, tenemos que ir por el camino donde sean las ideas que tengan la fuerza de transformación. Así es el leninismo. No se puede olvidar tampoco a los adversarios de Lenin que le acusaban tanto de anarquismo como de haber implantado  una ferrea disciplina. Para ellos Lenin era un loco radical y un tirano autoritario al mismo tiempo. Cuando Lenin empezó a construir el partido social-demócrata en el Imperio Ruso, la social-democracia europea ya estaba absorbida por el cretinismo parlamentario, y una frase revolucionaria no era más que una mera forma elegante de soltar gilipolleces. Por eso no se puede decir que Lenin fue heredero de la tradición social-demócrata alemana, a la que le tenían un especial asco al final de la existencia de la misma Marx y Engels. Luego se quedó solo el espíritu, es decir las obras que no habéis leído, y si las habéis leído, no las habéis entendido, y si las entendisteis, las tenéis diluídas. La continuidad histórica de los comunistas consiste en hacer de la clase obrera cohesionada un ejército para conquistar el poder del Estado. Y esta continuidad está rota en Rusia.

 

La “izquierda” se ha contagiado del pensamiento legalista. No, no se trata de cumplir la ley, de vez en vuando la critica, sino que la izquierda está dentro del marco de la ideología legalista y las normas ético-morales de la sociedad burguesa. Niegan las formas, pero aceptan la esencia de este veneno. Con esa visión del mundo no se puede crear un movimiento que no se parezca a un club de estudiantes de las facultades de la rama humanística. Siempre es un pequeño grupo de gente quien hace izar la bandera de la verdad, y ya despúes se le unen a este grupo los avariciosos. La bandera de la verdad no está izando y sí lo hace la de la mentira y confusión. ¿Dónde están izando y adónde quieren llegar los avariciosos? Hacia la ultraderecha, hacia el islamismo político. Por desgracia, se puede observar incluso la debilidad del antifascismo inofensivo y apolítico ( es decir: liberal ). Todos, independientemente de nuestras ideas políticas y posición social, somos parte de la actual sociedad burguesa. Imaginemos por un instante a algún canalla que no merece estar entre nosotros como sociedad que somos. Puede ser un fanático religioso, que se inmola junto a gente inocente. Puede ser un pedófilo que con un caramelo hará entrar en su coche a un niño. Puede ser un estafador que les quite a los abuelos sus ahorros haciéndose pasar por un agente de seguros o trabajador social. Todos son ejemplos de personajes claramente repudiados. Sin embargo, comparándolos con un comunista, son gente aceptable, a los hechos de los cuales en un momento dado se les puede encontrar alguna justificación dentro del marco del derecho burgués. Pueden escandalizar solo los sentimientos morales de los pequeños burgueses que están sentados en el sofá viendo de la tele. ¿Los beneficios y la propiedad de quién pretender tocar estos malvados? Son los que generan la riqueza, son una parte útil e importante de la sociedad burguesa. Esa misma sociedad atacará a los comunistas con mucha más fuerza que a los descritos antes.

 

El comunista, siempre y cuando estemos hablando de un comunista y no de uno de “izquierdas” trotskistas, eurocomunistas y revisionistas, el comunista no cambiará, y por tanto se merece todo tipo de castigo por parte del siempre presente macartismo. En contra de los comunistas, en cuanto aparezcan, no solo se pondrá en marcha toda la maquinaria represiva del Estado, sino que se le unirán los mejores representantes de la sociedad civil: traficantes de droga y personas, compañías militares privadas, gente con cabezas de perro. Todo esto puede ser derrotado solo por algo similar, es decir, el mando y la vanguardia del proletariado tienen que ser cien veces más ferreos. ¡Sí, señores de la “izqueirda” vegana!

 

Si no hay claras respuestas a cuestiones fundamentales sobre la sociedad, no se podrá evitar tener reflexiones infernales de si vale la pena lo que estoy haciendo, si vale la pena la entrega por los demás. Siempre presentes las dudas y discusiones sobre el todo y sobre la nada, no tener principios inamovibles,  y sí tolerancia a los defensores de ideas equívocas dentro de las propias filas, - son éstas las manipulaciones con las que consiguen los de la “izquierda” bloquear el intento de los comunistas de romper con ellos. Los que insisten en sus falacias y confusiones no tienen que estar con nosotros. Si no se puede convencer a alguien con mil argumentos probados, no se tiene que intentar de convencer a sí mismo de que el camarada no entiende. No es camarada. 

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Es la misma gente que desde la época de las batallas Marx-Proudhon sigue poniéndonos todas las trabas posibles para no dejarnos hacer el camino y tener nuestras filas fuertes. Cualquier persona que busca la verdad, puede estar confuso. Precisamente por eso hay que desarrollar en uno mismo cualidades de agitador y propagandista. Pero si una persona “buscadora de la verdad” durante años defiende las mentiras, eso ya no es uno que duda, sino es un tonto o  enemigo. Y a gente así hay que darle fuerte, ponerla en su sitio e ignorarla. Que se vaya corriendo hacia los suyos y les cuente que no deben acercarse a nosotros. A todos los que en años no han sido capaces de entender la verdad de “Cuestiones del leninismo”, ya no hace falta leerselas, sino cerrar el tomo y darles  con él fuertemente en la cabeza. Solo las filas limpias tienen potencial de crecer. Si perdemos el tiempo y fuerzas en convencer a todo “por qué-ista”en cuestiones obvias, más de un anarquista enviado por un trotskista  a trabajar en alguna fábrica, se irá corriendo a luchar por los islamistas o por “Aydar”, o por lo que sea.

 

La línea del frente en la lucha de clases pasa por cada persona. No hay gente que no pueda cambiar, pero no se puede olvidar de quien es el médico y quien es el paciente. La “izquierda” quiere seguir siendo la “izquierda”. Para salvar la causa comunista, la causa obrera los comunistas deben romper con la “izquierda”. Romper con esa gente que tira a la mentira y confusión, como la cabra al monte. Nosotros necesitamos a las abejas que producen la miel. No tenemos que “trabajar para los estudiantes, los sin techo y obreros”, sino que tenemos que unir en un único frente a los obreros de la industria, veteranos de guerras, obreros-inmigrantes marginados, policias con conciencia de clase, nacionalistas un poco perdidos, a todos aquellos que no entran en la categoría de “gente de bien”. La actitud y el entorno de la persona crean la personalidad y forjan el carácter de la misma. No hacen falta los que solo saben gritar, sino los que a la hora de ser llamados a la lucha, podrán luchar, y no que hagan un mero acto de presencia. Heredarán las obras de Lenin, Stalin, Mao y demás auténticos padres de nuestro movimiento. Devorarán sus libros, con ellos hablarán de día y de noche. Y a vosotros os dejamos con Foucault, Bensaid y otros como ellos.

 

 

Me desperté. No había comunistas. Hacía viento y frío. Nos habíamos levantado y arreglado para emprender el camino por el desierto del postmodernismo. El camino nos lleva a la tierra de los ríos lácteos, costas de miel y de la verdad objetiva. Vamos a conquistar un lugar y le pondremos nombre. Cuando lleguemos allí para luchar por nuestra tierra, ya seremos comunistas. Por el camino iremos enterrando bajo la arena a todo aquel quien no nos deje ser comunistas. 

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